La industria petrolífera, que abarca la cadena industrial del petróleo y el gas, se convirtió a partir de los años cincuenta en la primera fuente de energía en todo el mundo. La alta densidad energética del petróleo lo convierte en la materia prima de los carburantes, pero también en una materia prima irremplazable que se utiliza en la industria de la petroquímica para un incalculable número de productos de la vida cotidiana. El petróleo sirve además como combustible en calefacción doméstica y como fuente de calor en la industria.
Aun así, el impacto medioambiental del petróleo sigue siendo preocupante (emisión de dióxidos de carbono, fugas en la extracción petrolífera, efectos de las limpiezas de los depósitos…).
Como en cualquier otra industria, se pueden reducir los riesgos con prácticas vigilantes.
Por otro lado, la concienciación medioambiental ha desembocado en la imposición de normas con respecto a las instalaciones químicas y petroquímicas de acuerdo con unas obligaciones estrictas de seguridad y protección de la salud.